viernes, 20 de noviembre de 2015

PROSTITUCION MASCULINA


El abanico es amplio: desde los callejeros que cobran lo que me quieras dar; pasando por los hipermasculinos, buscados por gays y alguna que otra mujer en las calles, por teléfono o internet, y cuyas tarifas pueden llegar a los 2 mil pesos; hasta los sexoservidores con imagen femenina, como las vestidas y los maniquíes, demandados por bisexuales y homosexuales de clóset a precios que rara vez bajan de 700 pesos.A pesar de la diversidad en la prostitución masculina, muy pocos son los que logran salir de la calle y convertirse en profesionales del sexo comercial a muy alto nivel. Y los problemas de todos son idénticos: intentos de violencia, extorsión y riesgos de contraer VIH-Sida
Son las 22:30 horas en un punto cualquiera del llamadocircuito, entre los leones que resguardan Chapultepec y el Angel de la Independencia. Chavos veinteañeros, solos o en parejas, parados sobre las aceras siguen con la mirada los coches manejados por hombres que, muy despacito, pasan una y otra vez por delante de ellos a la búsqueda de un sexoservidor.

fin, un carro frena. El conductor, acompañado por una mujer, hace una señal y un chico muy joven se acerca tímido y nervioso. El contacto inicial es breve, como si de una contraseña se tratara:Quiúbole, ¿qué haces?Pues aquí trabajando..Y ¿cuánto cobras?Lo que me quieras dar.
El breve diálogo que se entabla a continuación impresiona por el nivel de desesperación con el que este estudiante intenta venderse. Según cuenta, el joven necesita dinero para terminar sus estudios y matricularse en medicina. Para ello es capaz de acceder a todo, a ser activo, pasivo e incluso a que la mujer también participe en el juego sexual, aunque apenas puede ocultar que con ella no se siente cómodo.
Le gustan los hombres, lo reconoce, pero no tiene lana y, por eso, lleva ya unas noches desplazándose en secreto desde su casa en el estado de México hasta el área de prostitución gay más conocida de la capital, colindante con la Zona Rosa.La inexperiencia del estudiante en el trabajo sexual contrasta con la actitud de Félix, de 21 años, sonrisa cautivadora y cuerpo de gimnasio, muy masculino, bisexual por necesidad y homosexual por convicción. Se repite el mismo ritual de preguntasrespuestas, esta vez con tarifa de 500 pesos y sin ninguna vergüenza en el rostro.

 Aún no está cerrado el supuesto trato cuando, de repente, aparece un tercer personaje: una patrulla de la policía se para frente a ellos, obliga al joven a meterse en el coche y le pide al presunto cliente la tarjeta de circulación y una identificación personal, tras informarle que el chavo anda prostituyéndose.Cabe mencionar que en el DF, por sí mismo, prostituirse no constituye un delito, aunque se convierte en falta administrativa cuando hay una denuncia de vecinos, según la Ley de Justicia Cívica de 1999, que también castiga como delito el , es decir, a quien prostituye el cuerpo de otro para obtener un beneficio.


Servidor: LUIS ENRIQUE MONFIL CRUZ

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